El Museo de la Diputación

La Diputación, por su parte, a partir de 1919 inició la recopilación e inventariado de su propio patrimonio artístico, que se hallaba repartido entre sus numerosos establecimientos (el Palacio, Casa Beneficencia, Hospital, etc.). En 1930 el presidente de la Diputación, José Castelló Tárrega, promovió la creación de una institución museística a cargo de ese ente, la cual tuteló oficiosamente hasta recibir su cargo de director en 1935. El anteproyecto de Estatutos lo realizó un personaje clave en la difusión de la historia, el arte y la cultura de Castelló, Francisco Esteve, el cual se encargaría tanto de la organización y puesta a punto del Museo de la Diputación, como de la selección y catalogación de las obras, recibiendo el cargo de Conservador del Museo en 1933.

En 1931 se incrementó el fondo de este museo cuando una comisión de la Diputación se incautó en el convento de las monjas Capuchinas de diez lienzos de temática religiosa, dos tallas y, más importantemente, de diez cuadros atribuidos a Zurbarán, donados a la comunidad por el Conde de Negre y la Condesa de Campo Alange. Posteriormente, se quiso fusionar el museo propio con el Museo Provincial de Bellas Artes, dependiente del Estado, pero la gestión llevada a cabo por la Presidencia de Diputación en 1933 no tuvo éxito debido a la indiferencia del Ministerio de Instrucción Pública madrileño.

El Museo Provincial de Bellas Artes de la Diputación, que se inauguró el 7 de enero de 1934, ocupaba varios pabellones del Jardín Botánico, divididos en salas de exposición. El discurso de esta institución provincial siguió las directrices museísticas de la época, que se limitaban básicamente a la exposición de las obras, agrupadas según su procedencia (convento de las monjas Capuchinas, legado de Justo Bou, pintores pensionados y Escuela Provincial Cerámica de Onda).

Detalle de una sala del antiguo
Museo de la Diputación

En enero de 1936 llegaron del Museo del Prado doce obras y en mayo se consiguieron varios lienzos y grupos escultóricos del Museo de Arte moderno, todo ello en calidad de depósito. En junio del mismo año ingresaron en el Museo los cuadros de Cantos, cedidos por su viuda, mientras que el Ayuntamiento de Castelló cedió el “San Roque” atribuido a Ribalta y un retrato de Isabel II de Juan Carbó.

Con el estallido de la guerra civil y la puesta en marcha del proceso de protección del patrimonio artístico factible de ser almacenado, el Museo Provincial de la Diputación recogería para su custodia ingentes cantidades de obras de arte que desbordarían su capacidad de almacenaje. Por ello, en agosto de 1936 se trasladó todo el fondo a la iglesia del antiguo convento de los Dominicos, donde se reuniría en septiembre con las colecciones del Museo Provincial del Estado. La guerra marcaría el fin de ambos museos.